*Música árabe y andalusí*
La interpretación se organiza en torno a una serie de indicaciones sobre notas preferidas, pequeñas células rítmico-melódicas, conclusiones y otros convencionalismos, siempre en torno a un modo melódico concreto. El objetivo es alcanzar el tarab, el punto donde se encuentran el sentimiento y el intelecto del arte de hacer música.
Hasta finales del siglo XIX, la música árabe clásica ha ido creciendo en las cortes y entre clases privilegiadas, especialmente gracias al mecenazgo de la aristocracia. Revestía carácter de entretenimiento, simbolizaba la grandeza e incluso se utilizaba como arma política, siendo su punto de partida la poesía.
La transmisión ha sido básicamente oral, e incluso hoy día se sigue utilizando una notación sólo con fines pedagógicos, aunque sin excesiva precisión. Por ejemplo, un mismo modo puede tener diferentes nombres y afinaciones según la ubicación geográfica de la escuela.
Historia
Los primeros textos históricos sobre esta música relatan leyendas de las tradiciones indígenas de los árabes preislámicos, tribus nómadas agrupadas en clanes. La expresión fundamental de estos beduinos era la canción de caravana o huda´, un canto fuertemente rítmico y repetitivo, con cierto matiz de queja. De esta expresión musical derivan las ghina´, o canciones de los primeros músicos islámicos. Dichas canciones empiezan ya a denotar influencias bizantinas y persas.
Doce años después de la muerte de Mahoma, los ejércitos islámicos comenzaron a formar el futuro imperio. Se conquistaron Siria, Iraq, Persia, Armenia, Egipto y Libia, y con esto empezó el contacto y la influencia mutua entre las culturas conquistadas y la conquistadora, hecho que se prolongaría durante toda la expansión del imperio islámico. En dicha época empieza a conformarse el sistema modal.
El imperio islámico siguió extendiéndose, trasladándose la capital a Damasco. El músico más importante de la época de los Omeyas fue Ibn Misjah. Nacido en la Meca de una familia persa, viajó a Siria y Persia, donde aprendió la teoría y la práctica bizantina y persa, añadiéndolas a la formación árabe que ya poseía.
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